Caruso apareció una tarde gris y fría del invierno de 2007. Estaba peladito y muy desnutrido a tal punto que no se podía parar sobre sus cuatro patitas. Entre tres proteccionistas nos repartimos el trabajo de alimentarlo, curarle las heridas, y darle cariño, hasta que un día apareció una señora que lo adoptó. Hoy Caruso es muy feliz en su nuevo hogar.